Al llegar a Amiens me
dirigí a la oficina de turismo, que se encuentra junto a la catedral, y, después de obtener un
mapa, me di una vuelta por los canales, que no me impresionaron mucho.
Como ya era hora de comer, entré a
un restaurante que me agradó y pedí el plat du jour y un vaso de
sidra, que es lo que se toma en Normandía.
Después, caminé un poco hacia el Hotel
de ville, que no es ninguna maravilla, y luego a la maison de Jules
Verne, que no está junto a un canal, sino a un zanjón por donde pasa el tren.
Ante el portón, vi a unos jóvenes
que esperaban la reapertura de la casa, que cierra entre las doce y las catorce
horas para que los empleados puedan comer. Después, llego una familia y varias
parejas.
Hay otras casas de ladrillos rojos sin
revocar tanto de un lado como el otro, por lo que se puede deducir que no
estaba en los barrios bajos, pero con las regalías de sus libros Verne se pudo
haber comprado una villa en la Costa azul.
Se estableció en Amiens por su esposa,
que era de ahí y quería dar fiestas y presumirle a sus amistades.
En fin, recorrí la planta baja donde a
la entrada se pueden ver tres carteles de algunas de las películas basadas en
sus novelas: L'étoile du Sud, cuya adaptación estuvo a cargo de Jean
Giono, con Ursula Andress, George Segal y Orson Welles, Michel Strogoff
con Curd Jurgens y Geneviève Page y Dos años de vacaciones con Pablito
Calvo.
En seguida, hay una especie de porche
con vidrieras tipo invernadero y ahí, además de algunas cactáceas y otras
plantas, hay una maqueta del Nautilus hecha de madera y otros materiales en
1978 por cuenta de la mairie (alcaldia)que celebraba el año del
escritor.
Los realizadores se basaron en la
descripción del submarino de 20 mil leguas de viaje submarino y las
ilustraciones de Hetzel.
Luego hay varias salas con arañas de
cristal, muebles antiguos, alfombras gastadas, y sobre una cómoda unas 17
fotos, tres arriba, diez en segunda fila y cuatro abajo. Enfrente, el retrato
más conocido del escritor.
Después de estas salas, pasa uno a otra
habitación donde se encuentra una escalera de caracol de fierro con peldaños de
madera y alrededor libreros con ejemplares de los libros ilustrados por Hetzel,
que fueron el equivalente de las películas de Spielberg y Walt Disney.
Entre estos libros, destaca la portada de Claudius Bombarnac en
que aparece un vapor, pues se
trata de un dibujo que se podría confundir con una fotografía.
En la segunda planta, frente a la escalera hay una habitación que parece
la cabina de un bote y otras habitaciones, donde vi las fotos de una reportera
que entrevistó al escritor en 1895, así como un ejemplar del libro
en que recogió su entrevista.
Se llamaba Nelly Bly, y, al día
siguiente, vi en el aparador de una librería un ejemplar de su libro, La
vuelta al mundo en 72 días, y lo compré.
También vi en otra vitrina una foto de
Edmundo de Amicis que visitó a Verne el 20 de octubre de 1895 y escribió una
crónica.
Por otra escalera disimulada por una
puerta con el letrero "Sortie de sécours" (Salida de emergencia), se
puede acceder al desván, donde colgaban las maquetas de madera de una
embarcación que no logré identificar con hélices en la popa y la
proa e innumerables rehiletes en la cubierta y una especie de dirigible
del que colgaba una balsa.
También vi ahí la reproducción
de una foto del yate del escritor, en la bahía de Nápoles, y
el cartel de la
película basada en L'île mystérieuse, con Lionel Barrymore.
En general, la casa del escritor me
dejó una impresión de abandono y negligencia, sin duda relacionadas con el
hecho de que en Francia no se le considera un escritor “serio”, sino alguien
que tuvo éxito confeccionando relatos de aventuras en los que aprovechó toda la información
disponible.
No se aprecia que haya iniciado a
varias generaciones en la lectura.
Hay más de 25 películas sobre sus
novelas, me escribe Lauro Zavala, que cree que “Esas películas tendrían que
estar ahí, por lo menos a la venta, además de sus libros, docenas de postales y
otros materiales”. Me asegura que algunas han sido objeto de más de 3
adaptaciones y que “son realmente memorables las que se hicieron en la escuela
checa de animación (Karel Kapek y otros”).
En la casa hay una sala de
proyecciones, pero muy reducida.
Hace poco El país reeditó
algunas de sus novelas, y creo que se debería hacer parecido en México.
Bajé luego y caminé hacia la gare,
donde vi que había un tren a Paris a las 15:36 y lo abordé, pero antes pasé a
un Monoprix para comprarme una botella de té Lipton.
Qué diría Verne sobre el atentado en
Niza, me preguntaba, durante mi viaje de regreso a París.
El escritor que en su tiempo encabezó
toda una industria del entretenimiento y vislumbró un futuro luminoso, gracias
a los progresos técnicos y científicos, no se imaginó que millones de musulmanes se establecerían
en su país y menos que un fanático utilizaría un camión para agredir a una
multitud que celebraba el inicio de la Revolución francesa ni las masacres del Bata clan y Charlie
Hebdo.
Publicada en el Diario de Xalapa
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